Según lo recopilado en el manual de medicina Merck, se conoce como hipocondriaco a una persona que refiere síntomas a nivel físico y se mantiene constantemente preocupada por creer con mucha firmeza que dichos síntomas indican que está sufriendo de una enfermedad muy grave.
En un libro llamado «Tormented Hope. Nine hypochondriac lives» del irlandés Brian Dillon se hace una mención breve a los hipocondríacos más famosos dentro de los que se encuentran grandes figuras del pasado como Charlotte Brontë, la autora de Cumbres Borrascosas, esta mujer afirmaba haber sufrido un primer ataque de hipocondría cuando se encontraba enseñando a uno de sus aprendices a los 19 años.
Brontë manifestó que la enfermedad se convirtió en una de las peores pesadillas de su vida, en especial durante el día, termino atribuyendo su crisis al hecho de que solo se dedicaba a enseñar y no contaba con mucho tiempo para escribir.
Charles Darwin y Marcel Proust fueron también dos hipocondríacos, siendo uno de los más afectados Darwin, quien sufría de una gran cantidad de síntomas, como dolores de cabeza, molestias gástricas, palpitaciones y siempre se sentía torpe y envejecido. Ya en su juventud se quejaba de dolores, en especial en sus manos, a lo que ningún especialista encontró explicación y además se preocupaba demasiado por el tamaño de su nariz.
Marcel Proust por su parte afirmaba ser sensible a los sonidos, por lo que en algún momento se vio en la obligación de cubrir las paredes de sus habitaciones con corcho, tenía una fuerte obsesión con que las toallas húmedas le causaban alergias y además decía que sufría de asma severa, pero nada de esto se pudo comprobar.