Una vez que nos reafirmamos en nosotros mismos, cuando ya hemos conquistado a nuestra pareja, hay una triste tendencia a dominar al otro a nuestros antojos. No queremos dejar esa vida individual que tanto nos gusta ni tampoco dejar a la otra persona sola porque la queremos. Tratamos entonces de que esa persona haga lo que a nosotros nos gusta., aunque seamos distintos. Es una lucha de poder entre ambas partes.. .Hacemos lo que a mí me gusta pero de a dos. Cedemos, nos enojamos. Un tira y afloje contante. Pero no… realmente así no marcha la vida.
Por eso es que está muy bien que el enamoramiento no dure para siempre. Crisis va, crisis viene…Conocemos gente nueva, que hoy en día es muy fácil en webs como citas10.com, aprendemos de a poco a convivir respetándonos en las diferencias, aceptándonos como somos y valorando que no estamos solos y siempre hay un “otro” con quien compartir penas, luchas y alegrías. El otro pasa a ser nuestro compañero de ruta con sus libertades y sus propios espacios y ahí el enamoramiento es otro. Los sentimientos se arraigan porque estamos juntos en las buenas y en las malas. Esas son las parejas que superan cualquier terremoto y se extrañan otra vez como al principio cuando no se tienen cerca.
Partamos de la base que la felicidad no se conquista como por arte de magia que en un abrir y cerrar de ojos logramos tenerla y que nunca más nos abandone. Los seres humanos no nacimos con el gen perfecto para lograr una óptima convivencia tampoco. Sin embargo, luchas diarias por conquistar lo anterior nos lleva a vivir emocionalmente estables.