UN ACUERDO DEL G-20
Entre los objetivos a los que ha alcanzado el grupo G-20 durante su reunión en Seúl se encuentra un compromiso entre todos los países integrantes de supervisar de forma mutua las diferentes políticas económicas con el objetivo de reducir al máximo los desequilibrios en el sistema económico interno.
Si bien la noticia tiene un carácter positivo en sí misma (e incluye en el convenio a España, país que llegó a la reunión del grupo de los veinte en carácter de invitado), los miembros del grupo no supieron precisar de manera clara cuáles son los desequilibrios económicos que van y deben ser analizados en sí. Al mismo tiempo, la crítica que han efectuado los analistas especializados de todo el mundo es la de que los países miembros no establecieron un plazo para presentar las mencionadas críticas, por lo que la decisión, en definitiva, puede resultar algo dispersa y arbitraria.
Lo más práctico de pensar es que el planteamiento de las críticas y los análisis de los sistemas económicos internos de cada una de las naciones que integran el G-20 sean planteadas en noviembre de 2011, cuando Francia, que comienza en este mes la presidencia del grupo, acabe su gestión.
El objetivo, entonces, es que para noviembre de 2011 los diferentes Ministros de Economía y Finanzas de los países miembros, presenten un acuerdo conformado por diferentes variables de tipo macroeconómicas para fijar la mencionada revisión. Entre esas medidas se destacan los sistemas de crecimiento de crédito, una balanza por cuenta corriente (exigencia de la que no podrá verse excluido Estados Unidos), los diferentes precios en los activos (sobretodo en el rubro inmobiliario, etc.).
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