Cuando nuestros antepasados se irguieron sobre sus dos piernas traseras y empezaron a caminar de esta forma no tuvieron en cuenta que esto podía llevar un problema generalizado: el lumbago. Con el tiempo nuestra esperanza de vida ha aumentado, lo que hace que con los años nuestro cuerpo vaya acumulando una cierta sobre carga que se traduce en los dolores lumbares.
El lumbago es una de las enfermedades que afectan a un porcentaje más amplio de la población, llegando hasta un 80% del total. De hecho, se trata de una de las razones más comunes de absentismo laboral, la segunda causa de las visitas a urgencias y la tercera causa de incapacidad en nuestra sociedad. Por suerte, la mayoría de los casosse pueden diagnosticar y tratar desde la medicina primaria, aunque igualmente suponen grandes molestias para la persona que lo sufre.
El ejercicio físico de forma habitual ha demostrado ser una técnica más que eficaz para prevenir la aparición de los dolores lumbares. Esto es gracias a que el ejercicio tiene todo tipo de beneficios sobre la columna vertebral y los músculos que la rodean. Cuando estos músculos no tienen el tono suficiente es cuando empieza a aparecer el dolor frente al esfuerzo físico.
Existen dos tipos principales de lumbago, distinguiéndose entre las personas que llevan menos de 4 semanas con el dolor y las que llevan más. El 75% de los casos son del primer tipo y sanan de forma espontánea sin necesidad de hacer nada, por lo que el ejercicio no ayuda mucho a acelerar la recuperación. Por este motivo, es recomendable empezar a hacer ejercicio físico entre 8 y 12 semanas después de la aparición de los dolores, cuando ya se hayan calmado por completo.
En los casos crónicos, en cambio, el ejercicio físico sirve tanto para calmar el dolor como para prevenir futuras recaídas. Lógicamente el tratamiento será diferente en cada paciente, pero se ha demostrado que un ejercicio físico moderado y frecuente tiene un efecto que ayuda a calmar el dolor y a prevenirlo en el futuro.